Siempre hablaba en
tercera persona porqué nunca se sintió protagonista de su propia novela.
Encontró su lugar como personaje secundario de la vida y así fueron pasando los
atardeceres y más tarde los años.
Anuló todo brillo en su mirada, ahora sus ojos, traspúan el dolor de
miles de sueños encarcelados en un espejo. Castiga a su presente por miedo,
miedos que guardó de pequeña en la caja de pandora y todavía le acompañan
quitándole el sueño y la juventud.
Pues que triste, porque uno en su vida es el principal protagonista, padeció la vida, soportó la vida y se olvidó que la vida es para vivirla.
ResponderEliminarAunque nunca es tarde cuando quedan alboradas.
Están tus frases llenas de una dulce armonía.
Besos..
Que triste, nunca se debe pender el protagonismo
ResponderEliminarTexto muy bien logrado
Un abrazo