sábado, 16 de junio de 2012

Se rompen hilos que nadie vio jamás, se desgarran recuerdos que jamás fueron reales. Jugamos con sentimientos de invernadero para evitar deshacernos de un pasado indeleble. 
Olvidamos promesas y pronunciamos verdades caducas que muy pronto se convierten en mentiras perennes que duelen como puñales en el alma.
Entonces volvemos al eterno retorno, a volver perdurables historias que ya tuvieron su final. Y nos atamos de pies y manos a algo que perdió el sentido hace mucho tiempo.