lunes, 30 de enero de 2012

Probablemente...

Vi miles de pasos avanzando hacia la nada, desconcertados en medio del asfalto sin vida, húmedo y gris. Escuché la ceguera de cada pie y el vacío de cada huella que delataban algo más que incerteza, era una tarde llena de huesos y poco más.
Los poetas murieron entre bostezos de tiempo, las ideas se suicidaron antes de nacer y los ríos de tinta se secaron a las puertas del Ganges.
Si tuviéramos algo más que voz quizás no seriamos quienes somos ahora, si escucharas mi grito en el fondo de tu vaso probablemente me besarías antes de marchar. Si aquella mariposa no hubiera aleteado en aquel momento seguramente no seríamos dos extraños conocidos, si el frio no hubiera congelado las palabras probablemente ahora no dolerían tanto.
Pero los paisajes se llenaron de nieve antes de la llegada de frío y taparon, para siempre, la memoria de los sentimientos para así no chillarle al silencio que no duerme.
Y esta noche, aún estaría tirando piedras a tu ventana para invitarte a pasar un sueño más al filo de mi cama. 

domingo, 22 de enero de 2012

Noté su presencia desde la otra punta de la mesa, divisé su mirada, perdida entre los rasgos de mi cara, buscando los colores de mi mirada sin esperar ser descubierto.
En aquel momento noté como mis manos me traicionaban poniéndose a temblar, se me nublaba la mente por momentos esperando su mirada de nuevo posarse sobre mi piel.  
De mientras la reunión seguía su curso, las palabras se escurrían por entre las grietas y las rendijas. Las gentes proponían nuevos puntos del día haciendo inacabables las horas.
Y yo que me escondía en los lugares más secretos de mi cabeza, imaginando su boca recorriendo el camino que dibuja mi cuello, sus manos resiguiéndome la columna vertebral  mientras mis dedos impacientes desabotonaban y desvestían cuerpos ajenos, descubriendo lugares que callaban las prendas.
Por el placer de sentir la desnudez del cuerpo, besaba hasta los suspiros, sin frenos ni pudores, lejos de juicios morales.
Mi cabeza seguía dándole vida a mi fantasía, hasta que de pronto una vocecita me hizo recordar el lugar donde me encontraba... ¡la reunión! .
-último punto del día…

jueves, 12 de enero de 2012

Alguien dijo que debía marchar del país de nunca jamás, que peter pan ya tenía barba y campanilla faja. Un sabio bailó conmigo el vals de las estaciones, mientras un gato me desgarraba el vestido.
El reloj dejó de ser indiferente para advertirme que empezaban las obligaciones y los documentos.
Ni siquiera mi reflejo preguntó mi opinión, simplemente el tiempo decidió que era momento de crecer. Esperó dieciocho años para sacarme a bailar con los brazos de la vida, en un baile de mascaras y futuros inciertos.
El disparo anunció que empezaban los cambios, las ganas de hablar y los planes patas arriba. Era el momento de las equivocaciones sin equación y el derrumbamiento de seguridades. Ahora empiezan los guiones sin dueño y mi foto en el calendario.

miércoles, 11 de enero de 2012

pactos con el pasado

Todos los días la misma rutina, el sol salía y se ponía, cuando llovía se mojaba y al saltar caía.
Todo era distinto que al ayer. El mañana era de esperar que no ardiera, sin embargo cada mañana esperaba sacar el mechero para fumarse el tiempo a su salud.
Ya no tenía ganas de esperar ni correr, de coser su boca y romper el silencio. Simplemente esperaba de tarde en tarde en el burdel de la suerte.
Cambiaba días por lunas y pintaba cruces en el calendario. Renunció a su tiempo para vivir en el retrovisor de un coche sin frenos.
Rompió el pacto con su reloj de arena anunciando campanas de boda con el pasado, pero nunca nadie le dijo de qué color era el brillo de la ausencia, nunca se bañó en la misma playa que le hablaba su recuerdo.

lunes, 2 de enero de 2012

Vestía las mañanas de farol y enmudecían los desayunos entre sorbos de café. 
Besaba en francés a todo aquel que supiera templar su guitarra para más tarde recoger el carmín y marchar sin dejar nada más que el recuerdo en tonos magenta.
Evitaba las exigencias de los pasaportes firmando con pétalos de viento y regusto salado, era su forma de crear una brisa irracional que empañara los ojos de emociones frías. 
Ella era alguien que se vestía y desvestía con los segundos y le gustaba descubrirse entre caminos y zapatos desgastados. Renunció a nunca jamás para ser quien ella realmente quería ser, lejos de convencionalismos y pactos inútiles con un pasado que no existía.
Por eso rompió con las gafas de sol que ocultaban la chispa que desprendían sus pupilas y aquellos contratos que juraban silencios e hipocresías.