De repente lo entendí. Todo aquello que intentaba quemar des de hace algún tiempo, volvía hoy a visitarme. Una presión en el pecho me recordaba que todo aquello era real. Volví a sorprenderme pensando en los nudos de su pelo, donde escondíamos los ases de una baraja. En las arrugas de sus ojos al sonreír, donde trazaba ríos de besos hasta sus labios rosados.
Aún pienso en las mejillas que enmarcaban una sonrisa después de hacer el amor. Hay tantos lugares de su cuerpo que volvería a besar como km que nos separan. Por eso, guardaré eneros bajo la almohada por si la bola cae en 26 una vez más.