La impoténcia de sentirse culpable, le removía sus ser .El dolor de cada sentencia apagaba su llama, por eso, harto de ser cautivo de las opiniones se desprendió de todo juez y palabrería barata falta de sentido.
Decidió emprender un viaje hacia su libertad, lejos de enemigos conocidos y notarios empedernidos. Sucumbió al encanto del cambio, para más tarde despertar i empezar a caminar.
Tiró por el retrete aquellas falsas espectativas que limitaban su alma, esperando ser como dice la canción: un perfecto imperfecto.
No buscaba la aprovación de aquellos espectadores que lo miraban con malos ojos, ni la aprobación de aquel cliché: "mantén los pies en el suelo".
Solamente buscaba aquella seguridad y confianza que amenazó con marchar hacía almenos tres años.