Silencio, silencio y más silencio. El paso del tiempo que marcha
por la ventana abierta, una vieja libreta a la que le pesan los tachones y allí
estás tu.
Veo tu cuerpo
náufrago al borde de la soledad, por eso déjame decirte que no estás bien. Que
te faltan besos y te sobran botellas. Que el invierno se alojó entre tus cejas
helando el microclima de tus labios.
Perdiste tu olor
entre unas sabanas sudadas. Agosto anidó en tu voz y ya nada queda de las libélulas
que anidaban en tu pelo. A pesar de todo, tu recuerdo sigue en mí. La
fragilidad de tu cuerpo sigue tatuada en mis manos y tu aire en mi conciencia.
Supongo que tu veneno hizo mella en noches como esta.