Mis lágrimas, mis
suplicas y la indiferencia de tus acciones.
Sigue lloviendo
desde entonces y el frío empieza a calar en nuestros huesos.
Sin embargo, aún
no te has marchado.
Por eso vengo a
pedirte que desaparezcas, que tu aire me ahoga,
Recoge tu aire,
tus palabras y no olvides ventilar las habitaciones,
porque tu recuerdo
aún me quema.
Tus jadeos aún duermen cerca de mi oído, y tu persona vive en mis emociones.
Por eso me juro
día a día sacarte de mi memoria, pero cuanto más lo intento más te clavas
en mis adentros.
Como si no pudiera
oponer resistencia llegas una fría noche y te vas sin más, sin explicarme que
has venido hacer y porqué no consigo odiarte como lo hice ayer.