miércoles, 16 de enero de 2013

Entre las sábanas de la tristeza es sencillo quedarse a vivir un poco más de la cuenta. De nada sirve esperar a una primavera que nunca llega. Es inútil apurar el paso cuando se trata de vivir anclado al pasado.
Hoy se fugaron de nuevo los milagros que trajo el viento, los vales a vidas mejores caducaron en el momento que tiré la toalla, derribando yo misma mi propia trinchera. Entonces rompo a llorar, dejo que marchen lágrimas que se sentían prisioneras.
Me voy de mi limitándome a sobrevivir, desafinando las cuerdas de un piano que nunca llegó a sonar como se esperaba. Huyo de toda esperanza conocida con el paso de los años.
Bajo mis abrazos no existe nada más que la soledad fría que congela todo el color verde o naranja de mi bandera.