La vi salir de su ático de cuatro paredes con paso tranquilo. Su forma de andar era peculiar , tenía una bailoteo inquietante que te absorbía el seso por completo.
Su melena era sacada a bailar por el viento, siempre que éste tenía el placer de verla. Tenía unos ojos... unos ojos con vida propia, contaban historias a aquellos que se detenían a escucharlos. El aroma que desprendía te invitaba a bailar con sus vestidos de vida alegre en aquellas aceras que hacían de escenario mientras el sol iluminaba la función.
Sus labios eran poesía y a cada esquina soltaban unos versos mudos que jamás se convertían en silencio.
Tenía un no sé qué inquietante que cautivaba a los sentidos, era libre no rendía culto a dioses extraños ni utilizaba calendarios, ella no esperaba a las horas ni a las estaciones.
Toda ella era palabra,inspiración, acordes mayores y menores.