En un momento nuestras seguridades ardieron, dejamos de ser quienes fuimos para ser una dosis de predicción.
Nos conocimos de nuevo sin tapujos ni ataduras, se consumieron las doctrinas que nos ataban al compromiso y nos sentimos libres a cada centímetro de aliento.
Todos nuestros besos cuadraron la realidad, cambiaron la forma de sentir algo que callamos hace tiempo para dejarnos huérfanos de determinaciones.
Alguien puede decir que "segundas partes nunca fueron buenas", pero siempre hay excepciones (cuando se quiere)
ResponderEliminarY si no fuera así...¡Vale en intento!
Saludos