domingo, 22 de enero de 2012

Noté su presencia desde la otra punta de la mesa, divisé su mirada, perdida entre los rasgos de mi cara, buscando los colores de mi mirada sin esperar ser descubierto.
En aquel momento noté como mis manos me traicionaban poniéndose a temblar, se me nublaba la mente por momentos esperando su mirada de nuevo posarse sobre mi piel.  
De mientras la reunión seguía su curso, las palabras se escurrían por entre las grietas y las rendijas. Las gentes proponían nuevos puntos del día haciendo inacabables las horas.
Y yo que me escondía en los lugares más secretos de mi cabeza, imaginando su boca recorriendo el camino que dibuja mi cuello, sus manos resiguiéndome la columna vertebral  mientras mis dedos impacientes desabotonaban y desvestían cuerpos ajenos, descubriendo lugares que callaban las prendas.
Por el placer de sentir la desnudez del cuerpo, besaba hasta los suspiros, sin frenos ni pudores, lejos de juicios morales.
Mi cabeza seguía dándole vida a mi fantasía, hasta que de pronto una vocecita me hizo recordar el lugar donde me encontraba... ¡la reunión! .
-último punto del día…

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