Vi miles de pasos avanzando hacia la nada, desconcertados en medio del asfalto sin vida, húmedo y gris. Escuché la ceguera de cada pie y el vacío de cada huella que delataban algo más que incerteza, era una tarde llena de huesos y poco más.
Los poetas murieron entre bostezos de tiempo, las ideas se suicidaron antes de nacer y los ríos de tinta se secaron a las puertas del Ganges.
Si tuviéramos algo más que voz quizás no seriamos quienes somos ahora, si escucharas mi grito en el fondo de tu vaso probablemente me besarías antes de marchar. Si aquella mariposa no hubiera aleteado en aquel momento seguramente no seríamos dos extraños conocidos, si el frio no hubiera congelado las palabras probablemente ahora no dolerían tanto.
Pero los paisajes se llenaron de nieve antes de la llegada de frío y taparon, para siempre, la memoria de los sentimientos para así no chillarle al silencio que no duerme.
Y esta noche, aún estaría tirando piedras a tu ventana para invitarte a pasar un sueño más al filo de mi cama.
Un sublime deseo.
ResponderEliminarsiempre queda otra oportunidad.
Bonitas letras. Bsos muchos...