Mis lágrimas, mis
suplicas y la indiferencia de tus acciones.
Sigue lloviendo
desde entonces y el frío empieza a calar en nuestros huesos.
Sin embargo, aún
no te has marchado.
Por eso vengo a
pedirte que desaparezcas, que tu aire me ahoga,
Recoge tu aire,
tus palabras y no olvides ventilar las habitaciones,
porque tu recuerdo
aún me quema.
Tus jadeos aún duermen cerca de mi oído, y tu persona vive en mis emociones.
Por eso me juro
día a día sacarte de mi memoria, pero cuanto más lo intento más te clavas
en mis adentros.
Como si no pudiera
oponer resistencia llegas una fría noche y te vas sin más, sin explicarme que
has venido hacer y porqué no consigo odiarte como lo hice ayer.
Dicen que se odia lo que se ama.
ResponderEliminarEn verdad me queda la duda...creo que la indiferencia es lo que mata el alma.
Buen post, buen jueves para vos.
Besos