miércoles, 8 de febrero de 2012

A veces la tortuga vence a la liebre...

Le era fácil ser negociante de pateras, traficante de tristezas y notario de ilusiones.
Jugar con banderas que no entienden de países, esperar que la suerte fuera a buscarlo con un seguro de vida en la mano y demostrar que él nunca espera al tiempo - modificando los horarios del último tren-.
Pero entonces ocurre cuando sus ojos empañados de prisa ignoran lugares iluminados por las lágrimas de la luna. Cuando su alma guarda pasaportes para la siguiente vida y hace y deshace maletas con amores de repuesto, ignorando que olvidó vivir un tiempo que iba a paso de tortuga.
Por eso no me es complicado afirmar que la impaciencia lo dejó mudo y lleno de rabia, a expensas que las luces de neón le iluminaran la carretera que conecta sus pies con el cielo.


2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Increíble. No te puedes ni imaginar las veces que lo he leído.
      Tal vez me esté volviendo loca por leerlo cada vez que lo veo, pero me encanta lo que escribes. Sé que disfrutas escribiendo, se nota nada más leer lo que haces. Y no sé si te lo habrán dicho alguna vez pero mimas cada una de las palabras para crear una perfecta armonía entre ellas.
      Definitivamente tienes un don. Cuídalo y sigue así de bien.
      P.d: muchas gracias por concederme una dedicatoria.
      Un abrazo muy fuerte de la hormiguita de los cuentos (L)

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