
Se que no vas a retirar tus fusiles, pero la muerte no me atemoriza.
El hielo entre mis pestañas no paraliza el tintineo que invade mi corazón, porque guardé latidos de repuesto entre la tinta de mis letras cuando tú bailabas tangos alemanes.
Al borde de tu nariz, navegan pateras llenas de miedo que revelan un naufragio pronto, una pérdida de descontrol que no acoquina a las guerras frías .